Algunas veces, los problemas de la vida se nos aparecen en tal número y tan inflexibles que parecen ser imposibles de resolver. Cuando comenzamos a estudiar Un Curso de Milagros, podríamos esperar que de alguna manera el Curso resuelva todos nuestros problemas. Es bien cierto que el Curso ofrece la respuesta a nuestros problemas, pero no de la manera que pensamos. Nuestros problemas no dejar de aparecer.
Hace unos días, me levanté por la mañana con mi cabeza llena de pensamientos acerca de todas las áreas de mi vida que no estaban bien (de acuerdo a como yo las percibía). Todos sabemos a qué clase de cosas me refiero: preocupaciones monetarias, preocupaciones por mis relaciones, con mi trabajo, problemas con mi familia, mis padres, mi pareja, los chicos, problemas con mi jefe, los molestos vecinos, ese viejo conocido que sigue haciendo(o no haciendo) eso, la casa es muy chica, demasiado vieja, mal ubicada, me falta autoestima y confianza.
Mis preocupaciones específicas esa mañana estaban relacionadas con mi trabajo en la Red de Milagros, con la falta de dinero, el futuro, con mi perpetua ausencia de relaciones, con mi salud, con que me estoy poniendo viejo y si mudarme o no. ¿Cómo hago para solucionar todo esto? Era demasiado, y no sé por dónde empezar.
Luego, por supuesto, me di cuenta que en realidad, no hay respuestas “allá afuera”; porque los problemas no están “allá afuera”. Es tan liberador saber que el mundo fue puesto de esta manera por el ego precisamente para que no funcione. Fue puesto de esta manera para que represente lo opuesto de la paz del Cielo.
El mundo fue puesto así por el ego como una “pantalla de humo” para engañarnos y distraernos en la búsqueda de nuestro único problema; que para decirlo sencillito, es que nos hemos olvidado quiénes somos.
Cometemos un error tonto al creer que podemos estar separados de nuestro creador. Y habiendo creído esto, nos las hemos arreglado para encontrar evidencia que confirme esta creencia y olvidar que en algún momento tomamos una opción equivocada.
Nuestros “problemas” no desaparecen, sino que dejan de ser percibidos como problemas. Una vez que creemos que estamos aquí, creemos que nuestros problemas y sus soluciones están también aquí - tal cual mi confusión matutina me demostró tan claramente. La verdad es que el mundo nunca funcionará. Es un lugar que funciona mal, porque el ego que lo creó es un pensamiento que funciona mal.
El ego quiere que estemos preocupados con tratar de arreglar todo esto, infructuosamente. Le encanta vernos infelices. Se frota las manos con alegría ante nuestra desdicha, con la condición de que sigamos buscando el problema donde no está – en el mundo – y buscando la solución cuando no hay ninguna. Si no podemos, nos va a alentar a negar nuestra pena y simular que todo esta de maravillas en el mundo.
Con cualquiera de los dos caminos, el ego quiere que nunca pongamos en duda que es nuestro amigo. No quiere que miremos dentro de nuestra mente en donde el verdadero problema (el pensamiento de separación) y nuestro verdadero Amigo, el Espíritu Santo, realmente están.
Una vez que nos demos cuenta que el mundo jamás dejará de tener problemas, dejaremos de intentar arreglarlo, y empezaremos a reírnos de la chifladura del pensamiento del ego y nos reconectaremos con la cordura que se encuentra en nuestra mente.
Una vez que empezamos a practicar, se va haciendo más fácil. No es que nuestros “problemas” desaparezcan, sino que dejan de ser percibidos como problemas.
Ahora son oportunidades para acordarnos que tenemos que reconectarnos con la Solución Interior. Nuestra vida se transforma en una vivencia para acordarnos y para olvidar alternativamente.
La medida de nuestro progreso no es la ausencia de problemas, sino en cuán bien enfrentamos los problemas a medida que se suceden. Mientras vamos practicando, nos toma menos tiempo acordarnos. Este es el sueño feliz.
¿Es que acaso el mundo empieza a funcionar cuando nuestra mente se alinea más con el espíritu? Puede ser.
Cuando dejamos ir nuestra culpa y dejamos de proyectarla sobre el mundo, nuestras vivencias pueden tan solo mejorar.
Pero un mundo que funciona no es más verdadero que uno que no funciona. Ambos nos distraen al hacernos creer que la acción está “ahí afuera”.
Nada de este mundo va a funcionar en el sentido de conseguir la paz mental que andamos buscando.
El camino de Un Curso de Milagros es ver al mundo de otra manera, a través de la visión del perdón del Espíritu Santo, en lugar de los ojos del ego que todo condenan. A fin de cuentas, la respuesta a la duda de que si el mundo andará mejor o no, realmente no importa.
Deja de ser la cuestión principal. Al final, dejaremos de creer en la realidad de este drama.
Autor..Lan Patrick