Mi camino no es un camino físico, sino un camino mental.
Mi camino es siempre el que yo elijo, aún cuando crea que otros lo eligen por mí.
Mi camino es un camino simple, aunque no siempre resulte sencillo. No porque no lo sea, sino porque yo me resisto a seguirlo.
Mi camino me muestra la Luz mediante la cual despertar.
Mi camino me enseña a sentir el amor, y a expresarlo de toda forma posible.
Mi camino me sugiere que no hay problema sin solución, y que si percibo dolor, es porque erré en mi elección.
Cuando esto sucede, cierro mis ojos y me digo que puedo elegir de nuevo.
Entonces invito al Espíritu Santo…
Él me toma de la mano, me presta sus ojos y sus oídos, y asegurándose usar un lenguaje que yo bien comprendo, me insta a recordar…
Y me muestra a Dios en el juego despreocupado de un niño o en la bella melodía que alguien se atrevió a crear, y en el sol que me calienta en esta fría mañana de invierno, y en la sonrisa casual de alguien a quién creo no conocer.
En este camino es fácil recordar a Dios, solo que a veces no quiero hacerlo. Prefiero comportarme como una niña, atrincherada en mis necios y oscuros deseos…
Te amo, Padre, aunque parezca que hoy lo olvidé.
por Anna Horno