«La relación de amor especial es el arma principal del ego para impedir que llegues al Cielo.»
Todos podemos reconocer en nosotros el deseo de encontrar la pareja perfecta; es casi una obsesión cultural.Pero de acuerdo con Un Curso de Milagros, la búsqueda de la persona perfecta, que represente la «solución», es una de nuestras peores heridas psíquicas, y uno de los engaños más poderosos del ego.
Es lo que el Curso llama «la relación especial». Aunque la palabra «especial» alude normalmente a algo maravilloso, desde la perspectiva del Curso significa diferente y, por lo tanto, aparte o separado, que es una característica del ego más bien que del espíritu. Una relación especial es una relación basada en el miedo.
“Dios creó solamente un Hijo unigénito, y nos ama a todos como si fuéramos uno. Para Él nadie es diferente ni especial porque en realidad nadie está separado de nadie. Como nuestra paz reside en amar como Dios ama, debemos esforzarnos por amar a todo el mundo.”
Nuestro deseo de hallar una «persona especial», una parte de la Condición de Hijo que nos complete, es dañino porque es engañoso. Significa que estamos buscando la salvación en la separación más bien que en la unidad. El único amor que nos completa es el amor a Dios, y el amor a Dios es el amor a todo el mundo.
Esto no significa que la forma de relacionarnos tenga que ser la misma con todas las personas, sino que debemos buscar en todas las relaciones el mismo contenido: un amor fraternal y una amistad que trascienden los cambios de forma y los cuerpos.
De la misma manera como “el Espíritu Santo fue la respuesta de Dios a la separación, de igual modo la relación especial fue entonces la respuesta del ego a la creación del Espíritu Santo”.
Después de la separación empezamos a sentir en nuestro interior un enorme agujero, y la mayoría de nosotros seguimos sintiéndolo. El único antídoto para esto es la Expiación o retorno a Dios, porque el dolor que sentimos es efectivamente nuestra propia negación del amor.
El ego, sin embargo, nos dice otra cosa. Sostiene que el amor que necesitamos debe venir de otra persona, y que ahí afuera hay alguien especial que puede llenar ese hueco. Como el deseo de ese alguien especial surge en realidad de nuestra creencia en que estamos separados de Dios, el deseo mismo simboliza la separación y la culpa que sentimos a causa de ella.
Nuestra búsqueda, entonces, carga con la energía de la separación y de la culpa. Por eso, con frecuencia, en nuestras relaciones más íntimas se genera tanta rabia. Estamos proyectando en la otra persona la rabia que sentimos contra nosotros mismos por amputar nuestro propio amor.
Con frecuencia, cuando creemos que estamos «enamorados» de una persona, como indica Un Curso de Milagros, en realidad estamos cualquier cosa menos eso.
La relación especial no se basa fundamentalmente en el amor, sino en la culpa. La relación especial es la fuerza de seducción del ego que pugna por alejarnos de Dios.
Es una forma importante de idolatría, la tentación de pensar que algo diferente de Dios pueda completarnos y darnos paz.
El ego nos dice que ahí afuera hay una persona especial que hará que desaparezca todo el dolor. En realidad no nos lo creemos, evidentemente, pero de alguna manera sí nos lo creemos. Nuestra cultura nos ha metido la idea en la cabeza, valiéndose de libros, canciones, películas, anuncios y, lo que es más importante, la conspiración de los otros egos.
El trabajo del Espíritu Santo es hacer que la energía del amor especial abandone la falsedad para convertirse en algo sagrado.
Fuente: “Volver al Amor” de Williamson Marianne (basado en las enseñanzas de Un Curso de Milagros)