Desde una mirada de separación, viendo al otro separado o distinto a ti, no quieras llevar a nadie más allá de donde se sienta capaz de llegar porque entonces lo pondrás en tu contra. Querer llevar al otro a un lugar donde no se crea capaz de estar, querer llevarlo antes de que el otro decida ese momento, tratar de sacarlo de donde está antes de que esté maduro, es en muchos casos ponerlo en contra tuya, y lo peor, en contra de él mismo.
Probablemente esto es debido a que los intereses que te han movido a querer hacerlo son intereses privados, no para el beneficio de los dos.
Lo haces creyendo que quieres sanarlo, cuando solo necesitas sanarlo en ti mismo.
Lo haces creyendo que tiene que cambiarlo, hacer que decida, moverlo, cuando solo tú estás necesitando el cambio, la decisión o el movimiento.
Lo haces para ayudarle, cuando quizás él es el que ha venido a ayudarte a ti.
Te puede estar avisando de que dejes de mirarlo así, del dañó que hace tu mirada, de que corrijas, o te quedes quieto, de que entres y mires en ti, de que uses el único verdadero poder con el que cuentas, que es el poder que no depende en nada de lo que haga tu personaje…quizás te está ofreciendo la temperatura en la que te estás perdiendo, la conciencia de tu desatino, que es justo la que te devuelve el poder,… quizás es solo un mensajero de Dios para que estés atento al presente vivo de lo que está sucediendo en ese momento más que a tus contenidos de lo que consideras correcto, a tus creencias…ya que ese presente vivo, esa atención nos da siempre el discernimiento.
La atención provoca una mirada Una, en línea con la guía del Espíritu santo, en la que puedes ver que te está ofreciendo la oportunidad de poder ir más allá. En esa atención reconoces en ti el gran deseo de querer estar con él, porque sabes que sin él no puedes irte. Y desde esa atención te dejas inspirar y, en tu mente, sin juicio, sin ambición, desde esa aceptación que da el perdón, lo invitas, lo llamas… “vamos, ven conmigo, gracias por unirte a esta cadena, estamos parando al miedo…”
Desde una mirada Una, sin distancia con el otro, no te queda ningún interés en llevarlo a ese lugar, simplemente…te vas tú.
(La corrección del error, UCDM Cap 9, III)