Ante todo decide amar en el ahora y no dejes que tu mente te lleve al ayer o al futuro.
Mira todo con los lentes del amor y saluda el día con la magia de la gratitud y de la alabanza.
Borra cualquier vestigio de tristeza, aleja el pesimismo y siente la alegría de estar vivo.
Haz un rápido inventario de bendiciones, valora hasta lo más pequeño y respira amor.
Habla con Dios, invoca a tus ángeles, respira profundo varias veces y espanta los fantasmas del miedo y el desaliento.
Afirma convencido lo que eres: Soy amor, soy paz, soy luz, soy parte de Dios, soy uno con todos.
Imita a aquellos que, incluso sin poder levantarse, sonríen desde su cama y aman la vida.