Comprendiendo a tus semejante…

¿Por qué el ser humano encuentra tanta dificultad para convivir con sus semejantes? ¿Será tan complicado comprender que todas las personas quieren simplemente vivir de la mejor forma posible?

Pero, en verdad, es justamente ese el problema, pues para que la vida de cada persona se vuelva mejor son necesarios parámetros de comparación entre el ayer y el hoy, el hoy y el mañana y, de esta forma, las personas acaban buscando modelos de vida y felicidad muchas veces inapropiados que tienen en cuenta aspectos efímeros.

Los conceptos de felicidad todavía están basados principalmente en “tener”, mientras que deberían estar enfocados en “ser”. La búsqueda de la felicidad debe estar pautada prioritariamente en la comprensión y aceptación de las personas tal como realmente son y solo así podremos ir comenzando la jornada por el conocimiento de la esencia de la vida y consiguientemente buscando nuestro auto-conocimiento. Los que ya lograron tal intento son aquellos que vivencian el “ellos” en lugar del “yo” y del “nosotros”. Para esos, el semejante es la comunidad planetaria, la verdadera patria que es el Planeta Tierra.

Entonces ¿cuáles son los principales factores que determinan que un ser humano pueda estar recorriendo un camino más destructivo o creativo? Una tentativa de comprender este mecanismo será considerar que todo ser humano está vulnerable a fuerzas externas e internas (codicia, envidia, ignorancia, cólera, orgullo, etc.). También se debe considerar el estado de angustia y la desesperación de los seres humanos ante situaciones impares. Dependiendo de cómo estamos preparados en momentos determinantes en nuestra jornada terrena, nuestras experiencias podrán ser canalizadas hacia la formación de un carácter más agresivo y destructivo, o afortunadamente más constructivo.

Debemos reemplazar los devaneos financieros y tecnológicos para poder trabajar la búsqueda de nuestro ser interior, y así, bruñir nuestra alma. Debemos, sí, buscar el conocimiento, el crecimiento intelectual y financiero, pero de forma equilibrada y justa.
Es preciso que sepamos bien lo que queremos y por qué lo queremos, para que las ideas contrarias no se infiltren en nuestra mente, desviándonos de nuestro camino.

Si el encarnado procura pautar su vida por los consejos sabios del Gran Creador y se esfuerza en trabajar en favor de su evolución espiritual, ciertamente podrá alcanzar la comprensión de su semejante. Si este sentimiento es sincero, podremos estar preparados para aceptar muchas actitudes ajenas a nuestra voluntad. Si nuestra postura está basada en una conducta verdadera, podremos progresar en el camino del entendimiento y de la resignación. Nada engrandece más que escuchar críticas e inmediatamente estar preparados para un autoanálisis tranquilo, y de esta forma estaremos ejercitando nuestro autocontrol.

Así, es necesario que no se dé guarida a los malos pensamientos, aquellos que nos hacen perder el equilibrio y nos alejan del camino que deseamos seguir, de la conducta que tenemos por costumbre adoptar, con el propósito de lograr victorias espirituales. Hemos de buscar el equilibrio entre lo que deseamos y el por qué lo deseamos y, entonces, podremos “libertar el espíritu por medio de la materia y la propia materia por medio del espíritu”, o incluso, hacer de lo fijo lo volátil y de lo volátil lo fijo, donde no se puede hacer cada etapa independientemente.

“Padre, yo estoy sirviendo a mi hermano, porque he aprendido con Jesús que la caridad es bálsamo que alivia los dolores a quien la practica. Padre, dame fuerzas para olvidar mi sufrimiento, minorando los dolores ajenos. Ayúdame, mi creador, a tener comprensión para entender a mi semejante”.

por Affonso Celso Gonçalves Jr.
Traducción de Teresa - teresa